‟Larguísimo podría y debiera ser el párrafo de los vinos, una de las mayores riquezas y bienes de España. Son, como todos sus productos y manifestaciones, de una variedad pasmosa. Todos conocen los vinos de Jerez y de Málaga, de Montilla y de los Moriles, la manzanilla sanluqueña, los de la Rioja —Alta y Baja, alavesa y de Hato—, deliciosos para la mesa; los de Aragón y el Priorato catalán, fuertes y ásperos; el de Toro, espeso; el de Valdepeñas, claro; el de Yepes, color rubí y astringente; los gallegos, de tipo escasamente alcohólico y de mucho bouquet. Hay, además, vinos que ya casi no lo son, como el asturiano y el fresco chacolí vascongado. Al lado de éstos, los dulces, como el moscatel del Centro y del Sur, el Málaga, el tostado gallego, hecho con uvas casi pasas, y la malvasía de Canarias, los anises de Asturias, la Montaña y Mallorca, y los aguardientes de Cazalla de la Sierra, Rute, el Ribero del Avia y de Chinchón. Tampoco se ha de olvidar la sidra asturiana, hecha con olorosas manzanas.
„De dulces y confituras pudiera escribirse una verdadera geografía; apenas hay convento de monjas sin golosina sui géneris: yemas de San Leandro, en Sevilla; de Santa Teresa, en Ávila; limoncillo, nuez, cabello de ángel y naranja de las Claras, en Redondela. Aparte aquellos postres comunes a casi toda España —arroz con leche, natillas, torrijas, leche frita, etc.—, son de celebrar especialidades como los turrones de Jijona, Cádiz y Zaragoza; los mazapanes de Toledo; las rosquillas de Fuenlabrada, Yepes y Silleda; los roscos de Loja; los pestiños y bartolillos madrileños; los alfajores de Medina Sidonia y de Málaga; el alajú granadino; los mantecados de Estepa y Antequera, y las mantecadas de Astorga; los bizcochos de Calatayud y Monforte y los borrachos de Guadalajara; los boleardos de Túy y los sobados pasiegos; las nueces de Bocairente; las almendras de Alcalá y los almíbares de la Rioja y de Puente Genil; el arrope manchego. Y pasando a Portugal, las golosinas —allí llamadas petiscos— ofrecen variedad no menor; queixadas de Cintra, rebandas de Thomar, glorias y ovos moles de Aveiro…
„No hay que olvidar la profusión de frutas: fresas de Aranjuez y de Valencia; cerezas y peras de Avila; naranjas murcianas y valencianas; uvas de Málaga, Almena, Jerez y la Mancha ; el albillo madrileño; albaricoques de Toledo; melocotones de Campiel y de Lérida; pavías de Ribadayia; sandías de Talavera y de Cambados; melones de Villaconejos; manzana» de Asturias; higos de Fraga y Sigena; granadas y chumbos granadinos; almendras de Córdoba; aceitunas de Sevilla; castañas de Galicia y del Bierzo; nueces de Torio; avellanas de Tineo; piñones de Valladolid…
„Ya lo dijo el Rey Sabio:
„España es como el paraíso de Dios…”
[También podríamos recordar aquí libros tan interesantes y clásicos como el de Emilia Pardo Bazán, Condesa de ( La cocina española antigua, Madrid, 1913); el de Dionisio Pérez (Guía del buen comer español: inventario y loa de la cocína clásica de España y sus regiones. Madrid, Rivadeneyra, 1929); el de Juan Perucho y Néstor Luján (El libro de la cocina española: gastronomia e historia, Tusquets, 2003); el de José Jiménez Lozano (Guía espiritual de Castilla, Valladolid, Ámbito, 1984); el de Manuel Martínez Llopis (La dulcería española: recetarios histórico y popular. Madrid, Alianza, 1999); el de Josep Pla (Lo que hemos comido. Barcelona, Destino, 1997); y tantos otros].
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