El sirviente

Vincent van Gogh (1853-1890): «El sirviente». Ante el inmenso campo del mundo, con sus largas o cortas cosechas, el hombre puede sentirse abrumado por las posibilidades de actuación que se le abren. Depende de la propia libertad el enfoque primigenio que le otorga a su conducta ante ese mundo desbordante.

A veces el Diccionario recoge en una palabra significados que encierran un inmenso calado humano. Cuando me acerco a un restaurante, a una escuela de cocina, a un hospital, a una institución formativa -sea colegio o universidad- lo primero que percibo en ellos no es tanto lo que dan, sino la actitud que tienen al dar. Esa actitud interior y exterior es lo que define rotundamente el nivel espiritual de una persona.

La lista de sinónimos que acompañan al término «dar» es bastante larga, tanto como amplia es la libertad humana que se entrega, que se da en un campo, en una casa, en una institución, en faenas maritímas o agrícolas. No hay un solo gesto del ser humano que no esté presidido por esa actitud de dar: unas veces cicateramente, otras de manera generosa.

Aquí quiero reflexionar sobre la posibilidad originaria de que el ser humano esté dispuesto a dar. Seguir leyendo