Fernando Botero ha sabido captar en sus mujeres gordas lo que hay en el subconsciente de las personas que están continuamente recibiendo mensajes subliminales para adelgazar. La persona acaba sintiéndose impresentable, gorda y espesa (“Yo soy así”), como Cecilia, la figura femenina de Botero, la cual gravita mágicamente en una mente humana seducida por la propaganda lipofóbica

El pan del imaginario social

El Instituto Nacional de Consumo (INC) ha editado una guía práctica, elaborada por CECU, sobre “Falsos mitos alimentarios”; uno de esos mitos es que “el pan engorda”. Y efectivamente es un mito, pero debido a una actitud de ignorantes. ¿A qué se debe esa actitud?

Los distintos y frecuentes mensajes alimentarios que un sujeto recibe del exterior apuntan la mayoría de las veces al fenómeno estético de la delgadez, cuyo enemigo declarado parecería que estuviera en el pan.

Pero, ¿engorda el pan? Esta vez es el imaginario social (las imágenes y los mensajes publicitarios que perviven en el inconsciente) el que traiciona al sujeto.

Se nota hoy un entusiasmo por los regímenes hipocalóricos, que son alabados por la prensa, pero que no tienen ninguna ventaja y presentan inconvenientes en relación con un equilibrado régimen calórico de glúcidos y prótidos.Los médicos saben que en una persona cuyo peso sea estable y la actividad física regular, la restricción de pan es una «catástrofe de la moda», pues la absorción regular de pan es un factor muy económico de equilibrio y de placer gustativo.

Ahora bien, la civilización que nos ha precedido, la de la Europa campesina, se alimentaba casi exclusivamente de pan. Según los países y las épocas, se comían entre 500 gr. y 1.200 gr. al día. El «resto», es decir, las carnes y las grasas, no constituían más que acompañantes de comidas de fiesta. Seguir leyendo