Jules-Alexandre Grün (1868-1934): “Sobremesa”. Observador minucioso, hábil y exquisito en la acentuación del ambiente y de los gestos.

Porte y elegancia
 

El comensal, lo que se llama el buen comensal, ha de tener “porte”, que no es otra cosa que el modo de gobernarse y portarse en conducta y acciones en todos los actos que conciernen, de manera antecedente o concomitante, al acto de comer. De un lado, el porte coincide con la buena o mala disposición natural de una persona. Y por otro lado, se identifica con la mayor o menor decencia o lucimiento artificial con que uno se presenta o trata.

Sea natural o sea artificial, cuando el aire, la traza, la presencia que se llama «porte» no viene adjetivado en castellano, se entiende por lo que los latinos llamaban decens ornatus, elegantia: laute se gerere.

En realidad la elegancia es obra de libertad, o si se quiere, es un exigente  y adecuado artificio. De hecho, deriva del latín eligere que significa escoger, elegir. Y como la elección es propiamente obra humana, a la figura del ser humano se atribuye originariamente la elegancia; y así se habla de un talle elegante, de un andar elegante, de un gesto elegante. Análogamente se extiende este vocablo a la naturaleza inanimada que parece comportarse como el hombre: así, una casa, un paisaje, un jardín, un paraguas pueden ser elegantes. Seguir leyendo