Johannes Vermeer (1632-1675), "La lechera". Vermeer une en su paleta de colores el amarillo limón, el azul pálido y el gris claro, empleando la luz, la textura, la perspectiva y los efectos de transparencia. El uso de la leche en los países nórdicos significaba, por aquel tiempo, una preferencia normal, alejada quizás de los usos del sur.

No hay gustos universalmente idénti­cos en la raza humana.

El hombre no nace de­terminado por una preferen­cia gustativa de alimentos concretos. En esto se diferencia de los animales, los cuales llevan genéticamente inscritas sus preferencias y se atan de manera perma­nente y definitiva a ciertos alimentos bien precisos. Pero el ser humano, en cuanto omnívoro, debe adaptarse conti­nuamente a los cambios de alimentos que se producen en su medio. Una ins­cripción gustativa genética le llevaría a extinguirse de la tierra tan pronto como dejara de existir el concreto alimento.

 

Existen algunas apti­tudes genéticas

Se trata de aptitudes genéticas here­dadas por los individuos. Tales son ciertas diferen­cias de aptitud para de­tectar los olores o sabores de alimentos. Por ejemplo, la sa­carina –un edulcorante artificial– tiene para muchas personas un gusto amargo, debido a unos genes dominantes que permiten de­tectar sus componentes amargos; luego la aptitud de sentir el gusto dulce de la sacarina es genético. Pero hay más sustancias de esta ín­dole. «Existe un producto químico, por ejem­plo, cuyo nombre es PTC (phénylthio­carbamida), que parece ser extrema­da­mente amargo para el paladar de ciertos per­sonas, y no tener ningún gusto para otras. Estudios genéticos han mostrado que esos ca­rac­teres eran here­dados. La mayoría de los Amerindios están en la categoría de quienes pueden detectar el amargor del PTC; algunos de sus gru­pos se encuentran en un 100% en este caso. Los «gustadores» son también más nu­merosos en ciertas partes de Africa y de Extremo Oriente que en la India y en Europa, donde son mucho más raros. (Esos «gustadores» tienen ve­rosímilmente más aver­sión hacia más alimentos que los «no gustado­res», un rasgo que puede te­ner un carácter adap­tativo, pues puede evitar el consumo de ali­men­tos eventual­mente tóxicos)» [Farb/Armélagos]. Seguir leyendo