Acumulación y producción
Los recursos alimenticios disponibles por un pueblo determinado dependen no sólo del ambiente natural y de la población, sino también de la técnica o cultura que posea. Cuanto más se supedita el hombre al ambiente para su alimentación, menos libertad externa e interna tiene. «Los pueblos que viven de la recolección y acopio de raíces, bayas, semillas e insectos dependen en su mayoría directamente de lo que el ambiente natural les ofrece. Los pueblos que han adquirido las técnicas de la plantación, cultivo y recolección de cosechas o de cría de animales, y que practican los métodos de cocción o de otro género, que modifican la composición físicoquímica de los productos naturales, haciéndoles útiles o más apetecibles como alimentos, dependen menos directamente de las ofertas naturales del ambiente físico en que viven. Mientras que el hombre aprende a expansionar sus recursos de produción de alimentos mediante técnicas y recursos culturales, hace retroceder el espectro del hambre y sienta las bases para la expansión de la sociedad»[1]
Las artes o técnicas para obtener alimentos pueden ser comprendidas en dos apartados principales: la acumulación y la producción.
a) Las técnicas de acumulación de alimentos utilizan los «recursos» del medio como «dados»: sólo aplican un método o un instrumento para capturarlos o recogerlos, pero no aplican «ningún método para mejorar o incrementar la provisión disponible»[2]. En ellas es más importante el método de acción presente que el método de acción futura. Dan lugar a una economía de apropiación que sólo puede alimentar a grupos pequeños en territorios extensos «y requiere un modo de vida nómada»[3].
b) Las técnicas de producción de alimentos no se conforman ya con recursos dados, bien por considerarlos insuficientes, bien por estar agotados. Aplican entonces métodos de acción futura e instrumentos correspondientes: entre otras modalidades, el cultivo del campo y el cuidado de animales domesticados. Así consiguen abastecer o aportar en mayor escala que la simple acumulación.
Hasta producirse el desenlace de la revolución industrial, las culturas avanzadas acogían ambas formas tecnológicas. Pero en los pueblos primitivos suele ocurrir que las tecnologías puramente acumuladoras se dan en estado solitario, mientras que las tecnologías de producción hacen uso también de la acumulación (proporcionarse pescado, frutas, etc.) para obtener una parte de sus víveres.
Las tecnologías de acumulación se subdividen, según las actividades dominantes, en tres áreas: recolección, caza y pesca. Ahora bien, parece cierto que «ninguna cultura se apoya exclusivamente en uno de estos métodos, pero en general la mayor parte de la alimentación es proporcionada por un medio o por otro. A menudo, las técnicas dominantes están parcialmente determinadas por el carácter del medio circundante»[4].
Las técnicas de producción incluyen también tres subdivisiones: labranza, agricultura y pastoreo. Los labradores (horticultores) dependen enteramente de su propia fuerza muscular para cultivar la tierra, aun cuando posean animales domésticos, los cuales no son utilizados para cultivar la tierra, sino para alimento adicional: los animales sólo son indicadores de la posición social de sus dueños. Agricultores son los pueblos que utilizan la fuerza de los animales (caballos o bueyes) o de inventos mecánicos (arados) para el laboreo de la tierra. Los pueblos pastores se dedican primordialmente a la ganadería y muy secundariamente a la producción de alimentos vegetales[5].
1. Técnicas de «acumulación» de alimentos.
El hombre ha realizado la acumulación de alimentos mucho antes que la producción. Fijémonos en los primeros representantes del homo sapiens. Primero, en los del Paleolítico (del griego palaios = antiguo, y lithos = piedra) o Edad de Piedra tallada y Mesolítico (de mesos = medio); después, en los del Neolítico (de neos = nuevo) o Edad de Piedra pulimentada.
Puede decirse que el Paleolítico coincide con la primera época glacial, que comenzó hace 1.000.000 de años y cuyos restos son los actuales casquetes polares. El sucesivo avance de los hielos tuvo cuatro períodos que se intercalaron con períodos interglaciares cálidos, como el presente. Se atribuye a cada uno de estos períodos la duración de unos 150.000 años.
a) Las artes de recolección.- Atendiendo a los restos arqueológicos, puede concluirse que en cierto momento del Paleolítico inferior (del 750.000 al 400.000 a.C.) el hombre es principalmente un recolector de alimentos vegetales, de los que depende.
La recolección es el arte de pueblos que viven de productos vegetales silvestres[6], como semillas, frutas, granos, bayas, raíces, mugrones y tubérculos, así como de un cierto número de insectos y gusanos. En general los pueblos cazadores y pescadores actuales utilizan también la recolección para variar o completar su dieta alimenticia. Los hombres del Paleolítico superior completaban el régimen granívoro con huevos, insectos y la caza menor que podía ser capturada sin armas. «Esto es debido a que el pueblo del primer Paleolítico probablemente no tenía otras armas para la caza que piedras, mazas, toscas hachas de mano, porras arrojadizas y lanzas con puntas de madera. Con tales instrumentos inadecuados es inverosímil que el hombre se procurase grandes cantidades de carne, a excepción de la que pudiera obtener de la carroña, dejada por otros animales o de los cuerpos de animales muertos por causas naturales»[7]. Sí podría abrigarse con las pieles de los animales. Su utillaje son los guijarros tallados a golpes (pebble culture), para obtener hachas de mano, cortadores y pequeños utensilios de lascas de sílex.
Podría parecer que las culturas recolectoras carecen de técnicas, como si se redujesen a coger los frutos de la naturaleza y comerlos tal como están; pero no es así. La recolección implica un conociminto exacto de tres factores: primero, del medio ambiente, con objeto de que la recolección empiece en la estación adecuada; segundo, de las plantas características que crecen en él, la mayoría de las cuales o bien son difíciles de recoger a mano o no son comestibles inmediatamente; tercero, del tipo adecuado de instrumentos y métodos para recoger, guardar (en almacenes apropiados), tratar y preparar los alimentos silvestres. «Si los europeos del Paleolítico inferior fueron primordialmente colectores, es probable que sólo contasen con un número limitado de plantas, ya que, al parecer, carecían de la mayoría de los utensilios especiales de los colectores contemporáneos. Por ejemplo, la recogida a mano de grandes cantidades de pequeñas semillas, yerbas, u otras plantas es prácticamente imposible»[8].
A esto vino a sumarse la aplicación del fuego. A una experiencia natural se le ofrecen fenómenos muy repetidos: un rayo que cae e incendia un árbol, una llama que surge tras el recalentamiento estival de unos matojos, una chispa que salta al frotar una piedra con otra para hacerle filo… Posiblemente el fuego se descubrió y se volvió a perder varias veces[9]. Sea como fuere, «el descubrimiento de la obtención del fuego hizo al hombre el superior en la Tierra, determinó en su vida una transformación total, inició el camino de la civilización. Con el fuego, el hombre alumbró las tinieblas, ahuyentó de su lado a las fieras, se calentó, endureció la arcilla, hizo la vajilla, construyó el hogar, hirvió el agua, coció los alimentos. La cocción de los alimentos al fuego llegó con el tiempo a transformar el estómago y la fisiología humana, y a influir también e
b) Las artes de caza y pesca.- El hombre del Paleolítico medio (del 400.000 al 100.000 a.C.) está representado por el clásico «Hombre de Neanderthal», el cual pudo unir un mango a la piedra que le servía de hacha y empleó el instrumento construido para cazar animales, quizás los más grandes y feroces. «Cerca de Trieste, por ejemplo, se ha encontrado un hacha con mango, hundida en el cráneo de un oso de las cavernas, animal que era más grande y probablemente más peligroso que el oso pardo de Norteamérica […]. No es imposible que el hombre del Paleolítico medio se hubiese convertido en un cazador, cuyas armas, aunque todavía toscas, lo capacitasen ocasionalmente para proporcionarse alimentos animales, o por lo menos para defenderse de los animales mayores»[11].
En los depósitos arqueológicos del hombre del Paleolítico superior (del 100.000 al 10.000 a.C.), que es el del «Hombre de Cromagnon», se han encontrado dos tipos de testimonios: primero, armas arrojadizas como la lanza y el arpón, así como diversas artes de anzuelo; segundo, enormes montones de huesos de animales cerca de las moradas de aquellos hombres, así como espinas de peces. Si estos testimonios los unimos al hecho comprobado de que había grandes manadas de rumiantes tales como los renos y los caballos, se puede concluir «sin ninguna duda que el hombre del último Paleolítico vivía primordialmente de la caza. La pesca también era importante»[12]. Ha progresado tanto en la caza y la pesca como en el arte de habitar[13].
Los antropólogos suelen distinguir cuatro fases progresivas en la cultura del Paleolítico superior: perigordiense, auriñaciense, solutrence y magdaleniense. No es preciso ahora detenerse a examinar estas fases. Se trata indudablemente de hitos en un largo proceso de perfeccionamiento cultural de la alimentación, mediante técnicas apropiadas para tallar tanto piedras como huesos y cazar animales con esas armas.
Al final del Paleolítico superior retrocede la cuarta glaciación bajo el influjo de estaciones cada vez más calurosas. Nuevas plantas y animales se extienden por las zonas cálidas; mientras que otros animales se retraen hacia áreas frías.
En el Mesolítico, que se extiende del 10.000 al 7.000 a.C., el hombre inventa el arco y la flecha, con lo que aumenta su eficacia como cazador[14]. Supera definitivamente la simple cultura recolectora.
Consideremos con detenimiento los avances tecnológicos del Paleolítico y del Mesolítico en lo referente a la cultura de la alimentación.
Las artes de la caza dependen del tamaño y velocidad del animal que va a servir de alimento: no es lo mismo cazar canguros (como hacen los actuales australianos) que bisontes (como los indios de las llanuras americanas) o focas (como los esquimales). Lo mismo le debió ocurrir al hombre de Neanderthal. Cada animal exige una técnica distinta: un método de caza y un instrumento diferenciado. El método suele contar con la colaboración de todos o casi todos los componentes de la pequeña comunidad: la caza se hace en común, por ejemplo para ahuyentar a búfalos o caballos hacia un precipicio (como hacían los hombres del Paleolítico superior).
Los instrumentos más usuales son la lanza y el arpón, que sirven para cazar animales que están dentro de un estrecho radio de acción del hombre; el arco y la flecha, las ondas, las boleadoras, el bumerang se utilizan cuando el animal está distante. Tanto para caza mayor como para caza menor se utilizan también los lazos y las trampas. En cualquier caso, si el clima es caluroso, hay que consumir la carne rápidamente. «En tiempos pasados, si se capturaban grandes cantidades de caza, los poblados vecinos eran invitados a que contribuyeran a comer la carne antes que se corrompiera»[15].
Los hombres del Mesolítico sabían ya domesticar animales. Concretamente del perro, que es el más antiguo animal domesticado, se han encontrado restos arqueológicos de hace unos 10.000 años en la región báltica de Europa. Hasta hace poco tiempo algunos autores sostenían que los cazadores no tenían paciencia ni morada fija para la domesticación, de modo que la primera domesticación de animales sería realizada por los productores del campo. Pero se ha demostrado que muchos cazadores amaestran las crías de varios animales. Como el perro parece derivarse del lobo asiático, es probable que la primera domesticación efectiva debiera tener lugar ya en el Paleolítico superior. «Una prueba adicional de la prioridad y antigüedad del perro se encuentra en su amplia distribución»[16].
La pesca origina un tipo de cultura más asentada que la de los cazadores: en poblados permanentes, grandes y poco distantes, donde se desarrollan «culturas excepcionales por sus artes, oficios y ritualismo»[17]. El primitivo actual –al igual que lo hiciera el antepasado paleolítico– lancea o arponea los peces desde canoas, almadías o arrecifes. Utiliza también redes en aguas quietas, garlitos de mimbre en aguas fluviales y encañizadas en aguas de mareas. Conoce también el anzuelo y el cordel. En la actualidad apenas existen pueblos primitivos que basen su subsistencia en el uso del pescado, pues lo utilizan como alimento complementario, vendiendo la mayor parte a pueblos del interior para obtener otro tipo de alimentos.
La conducta de pueblos primitivos contemporáneos con culturas de acumulación puede ayudarnos a comprender, por analogía, el comportamiento de nuestros antepasados primitivos. Cierto es que las armas y herramientas de los primitivos actuales –aunque estén arrinconados en áreas remotas o marginales, debido a la presión que las culturas productoras han ejercido sobre ellos– son mucho más perfectas y adecuadas que las encontradas arqueológicamente. Pero aún así, pueden distinguirse tres características generales de toda «cultura acumuladora»: 1. Baja densidad de población. 2. Nomadismo: cambian con frecuencia de un lugar a otro en busca de plantas y animales. 3. Organización familiar o patriarcal, basada en el parentesco y no en la configuración política.
Al final del Paleolítico inferior el hombre había dominado el lenguaje, los utensilios y el fuego. Un proceso lento de 700.000 años lo había hecho posible.
2. Técnicas de «producción» de alimentos.
El Neolítico (período de la piedra pulimentada) se extiende del 7.000 al 4.000 a.C. En este período, de clima templado, el hombre imponía sus propias técnicas al medio ambiente en que se encontraba; especialmente desarrolló la horticultura y la agricultura. Con esto se hizo sedentario, construyó chozas, domesticó animales. En función de su alimentación inventó también la escritura, la cerámica, el tejido, la construcción de naves y casas.
a) Culturas de laboreo.- Los pueblos horticultores se aplican al cultivo de plantas aclimatadas, sea para la alimentación, sea para otros fines, como los medicinales. En cualquier caso, no usan el arado, sino el pincho de cavar, apto para cultivos ligeros, complementado a veces, para remover el suelo, por la azada, simplemente de madera o hueso[18] (la cual sólo fue de metal una vez superado el Neolítico, con la llamada Edad de los Metales: primero de bronce, de hierro después).
Con la aplicación de los animales de tiro y del uso del arado surge la fase agrícola estrictamente dicha[19], cuya práctica se origina en Europa, Norte de Africa y Asia. El arado era un instrumento rudimentario, cuya reja consistía en una pesada pieza de madera puntiaguda, unida a un palo que se enganchaba al atalaje de los animales. Este instrumento sólo podía penetrar en el suelo doce o quince centímetros, removiendo poca tierra; aunque comparado con el pincho de cavar era infinitamente más eficaz, aplicándose a grandes extensiones de terreno. Los agricultores evitan los terrenos de selva, preferidos por los horticultores, porque en ellos tropiezan los arados con las raíces de los árboles.
La horticultura.- El origen de la horticultura está, desde luego, relacionado con el dominio de la aclimatación de las plantas. Según los datos arqueológicos disponibles, el inicio de la aclimatación de plantas y la domesticación de animales no aconteció por vez primera, como se ha venido creyendo, en el llamado «Oriente Medio» (desde el Irak hasta Egipto), sino en China y en el Sudeste Asiático, hace más de veinte mil años[20].
Para que fuese llevada a cabo la aclimatación era imprescindible conocer a fondo las condiciones de desarrollo de las plantas. Era relativamente fácil observar cómo del suelo que recibía semillas caídas al azar volvían en las próximas estaciones a germinar las plantas correspondientes[21]. Así pudo haberse iniciado enseguida la plantación de semillas y el cultivo del suelo.
La agricultura.- Hay dos áreas agrícolas principales, según el dominio del trigo o del arroz.
Las tierras en que domina el trigo va de los países mediterráneos hasta el norte de China, pasando por Asia central. Las plantas asociadas son la cebada y el centeno. Los animales domesticados son el ganado vacuno, el lanar, el caballar y el de cerda, así como algunos productos lácteos.
Las tierras en que predomina el arroz son el Japón, el sur de la China, el sudeste de Asia y la India. El animal asociado es el búfalo acuático y, en menor escala, el cerdo y las aves. «La irrigación del arroz se inició probablemente en la India hace aproximadamente unos 3.000 años y de aquí se extendió a China, Asia sudoriental e Indonesia occidental»[22].
En fin, las culturas de pueblos agrícolas tienen una organización política compleja, siendo bastantes diferenciadas las funciones y las clases.
b) Culturas de pastoreo.- Conviene aclarar que en la calificación de «pueblos pastores» no se deben incluir los «pueblos ganaderos». La ganadería suele ser compatible y simultánea con la agricultura. El pastoreo, no. «El cuidado y el cultivo de animales no solamente era algo conocido para los agricultores, sino que constituía el fundamento de su cultura. La adopción de la ganadería no significaba para ellos, pues, un cambio en su estructura cultural ni una radical alteración de su mentalidad, sino solamente una expansión del ámbito de los productos naturales cultivados por ellos, pasando de las plantas a los animales»[23].
Digamos que las características del medio ambiente propicia una forma de arraigarse en la naturaleza; y así, «los habitantes de la selva no pueden dedicarse al pastoreo, y los que habitan en las estepas y desiertos difícilmente pueden ser horticultores»[24].
En los pueblos pastores, la provisión de alimentos depende de los animales domésticos principalmente, siendo escaso el cultivo que realizan. Se mueven por zonas en que llueve poco, con escasa hierba o casi desérticos.
Los pueblos pastores se encuentran en el Viejo Mundo, «principalmente en la gran Faja de estepas y desiertos que se extiende desde los confines de China en el este, a través de Mongolia y del sur de Siberia, hasta las llanuras de la Rusia Oriental. Desde el Asia Central esta Faja se encorva hacia el sur, pasando por las tierras altas del Irán y Anatolia, hasta Arabia, y desde aquí se bifurca, cruzando por un lado el norte de Africa y el Sudán, y por otro se dirige hacia el sur a lo largo de las tierras altas del Africa Oriental»[25].
Los principales animales de estos pueblos son: la oveja, la cabra, la vaca, el camello (principalmente en el sudeste de Asia y en el Sahara) y el reno (principalmente en las regiones árticas de Asia y Europa). La vaca doméstica aparece hacia el año 6.000 antes de Cristo. Utilizan la leche de esos animales, junto con su derivado, el queso. Elaboran rudimentariamente la lana de ovejas, cabras y camellos[26]. También son empleados esos animales para el transporte de cargas o arrastre.
En las regiones del Asia central el caballo es inseparable del hombre[27], aunque es utilizado principalmente para la equitación o el transporte. El caballo aparece como animal doméstico hacia el año 3.000 antes de Cristo. Aunque ni siquiera para el transporte es utilizado por algunos pastores africanos. Un animal como el cerdo, que es apropiado para las culturas de laboreo, no lo es para las de pastoreo, dado su lentitud de desplazamiento. El perro, siempre presente, no está destinado a servir de alimento.
Un rasgo común de los pueblos pastores es el nomadismo: cambian frecuentemente de residencia para obtener los mejores pastos para sus animales. Las rutas que siguen suelen ser «aproximadamente las mismas cada año»[28].
Otro rasgo permanente de la vida de pueblos pastores es la pugna y hostilidad que mantienen con los labradores. «Los pastores suelen despreciar el cultivo y a los cultivadores. Aunque estos a veces son tolerados, siempre que no violen los terrenos de pasto, con frecuencia estallan conflictos abiertos […]. La superior movilidad de los pueblos pastores permite que un número relativamente pequeño de ellos invada, domine o conquiste a un número mucho mayor de cultivadores arraigados. Los mongoles del siglo XIII nos deparan un ejemplo sobresaliente de la capacidad de los pueblos pastores con un jefe dinámico para dominar a sus vecinos. Bajo Gengis Khan los mongoles conquistaron China, la India y la mayor parte del oeste de Asia, así como la Europa Oriental y Central»[29].
Lo que en nada obsta para que fueran aglutinados y civilizados a su vez por los pueblos labradores dominados, con experiencias políticas y administrativas más fuertes. Se cumple aquí el dicho de que el dominador acaba siendo dominado.
[1] A. Adamson Hoebel, El hombre en el mundo primitivo, 197-198.
[2] R. L. Beals / H. Hoijer, Introducción a la Antropología, 291.
[3] K. Dittmer, Etnología General. Formas y evolución de la cultura, 158.
[4] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 292.
[5] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 292.
[6] K. Dittmer, op. cit., 159-160.
[7] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 293.
[8] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 308. Para las culturas recolectoras americanas, cfr. K. Dittmer, op. cit., 171-176.
[9] K. Dittmer, op. cit., 160.
[10] A. Guichot, Antropo-sociología, 98.
[11] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 293.
[12] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 293.
[13] K. Dittmer, op. cit., 162-163.
[14] K. Dittmer, op. cit., 164-165.
[15] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 303.
[16] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 320.
[17] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 304.
[18] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 313.
[19] K. Dittmer, op. cit., 279-280.
[20] K. C. Chang, «The Food and food vessels in ancient China», 495-520; W. G. Solheim, «New light on a forgotten past», 330-339.
[21] K. Dittmer, op. cit., 177.
[22] A. Adamson Hoebel, op. cit., 217.
[23] K. Dittmer, op. cit., 259.
[24] A. Adamson Hoebel, op. cit., 219.
[25] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 323.
[26] K. Dittmer, op. cit., 234.
[27] K. Dittmer, op. cit., 247-255.
[28] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 324.
[29] R. L. Beals / H. Hoijer, op. cit., 326-327.
Deja una respuesta