Mesa y dietética: la importancia del dietista
La gran tradición dietética antigua –la de Hipócrates y Galeno– quedó recogida por los médicos medievales.
La dietética griega es obra de una pléyade de investigadores, muchos de ellos anónimos, que crearon desde el siglo V a.C. una tradición (el Corpus Hippocraticum) sobre la salud del hombre.
Cuatro de los tratados que se atribuyen al médico griego Hipócrates (460-375 a.C.) están dedicados a los temas de la alimentación y de la dieta. Una vida saludable requiere el equilibrio entre los «alimentos» que provocan un estado de plétora corporal y los «ejercicios» que suscitan la evacuación, dentro de un «ambiente» adecuado en sus aires y en sus lugares. El sueño incluso es un factor necesario para «estar en forma».
La doctrina dietética hipocrática quedó absorbida en el De sanitate tuenda de Galeno[1] –médico griego que vivió entre el 129 y el 201 d.C., y que ejerció en Roma su actividad–, cuya sistemática elaboración se extendió a lo largo de la Edad Media a través de los médicos árabes[2] y de las versiones que a su vez se hicieron de estos al latín por los médicos del sur de Italia (especialmente Constantino el Africano, muerto en 1087) y por la escuela de traductores de Toledo (principalmente por Gerardo de Cremona, muerto en 1187).
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Importante para el estudio de los ali mentos vegetales fue la obra de Dios córides Pedanus –médico de la época de Nerón y de Ves pasiano– estudioso de la botánica médica en un herbario conocido como De materia me dica. Interesante fue también la Diaeta Theo dori[3], un texto atri buido a Priscia nus Theo dorus, com puesto en el siglo IV, siendo quizás una re co pilación de otras fuentes antiguas. Otro tex to importante es el De observa tione ciborum[4], del médico Anthi mus[5], ex pul sado de Constantinopla hacia el año 477.
El término griego dieta (diaita) servía para denominar el régimen general de vida –no sólo de comidas y bebidas– que, como medida higiénica o terapéutica, se mandaba observar tanto a los enfermos y convalecientes como a los sanos. Se trata de un concepto muy amplio, que abarca tanto la administración de una correcta alimentación, como la elección de un ambiente adecuado, con ejercicios, baños, horas de sueño, correcta evacuación y autodominio emocional[6]; es el concepto que estuvo vigente en los Regimina sanitatis de la Edad Media[7].
Si bien es cierto que la mayor parte de alimentos y condimentos consignados en la Edad Media tanto en los libros de Cocina como en los de Regímenes de salud no estaban al alcance del pueblo llano, como villanos y pecheros, también es evidente que los autores de tales libros sólo se imponían a sí mismos la obligación de indicar correctamente, sobre esos alimentos, el mejor modo gastronómico de preparación culinaria[8] y la óptima manera de combinación dietética. Las prescripciones dietéticas o culinarias eran de orden científico-médico y no propiamente socio-económico (referente a la baja o alta posición social de las gentes)[9]. También hoy esas prescripciones se incluyen en un orden científico-médico.
También es sobradamente conocida la ostentación con que algunos señores ofrecían sus comidas a los invitados. Mas, por encima de la ostentación social, las gentes de la clase alta, desde el simple noble hasta el rey, se hallaban vigiladas por sus médicos o «galenos», prontos a lanzar sobre cualquier alimento un furibundo absit! (veto). Las situaciones que Cervantes hace vivir a Sancho Panza –en un desdoblamiento genial entre el escritor y la época– como gobernador de la ínsula Barataria reflejan el poder que el dietista ejercía sobre la voluntad de la clase dirigente. Se encuentra el núcleo del relato en los capítulos 47, 49 y 51 de la segunda parte del Quijote[10]; el dietista o galeno se llamaba Pedro Recio de Tirteafuera, licenciado por la Universidad de Osuna.
Cuando Sancho Panza toma asiento a la cabecera de la mesa, se pone a su lado en pie un personaje, el médico, con una varilla en la mano. Seguidamente un paje pone ante Sancho un plato de fruta. Este servicio previo de frutas era recomendado por la dietética medieval[11]. Lo que sucede a continuación es sorprendente, pero de una lógica galénica impecable: «Apenas hubo comido un bocado, cuando el de la varilla tocando con ella en el plato, se le quitaron de delante con grandísima celeridad; pero el maestresala le llegó otro, de otro manjar. Iba a probarle Sancho; pero antes que llegase a él ni le gustase, ya la varilla había tocado en él, y un paje alzádole con tanta presteza como el de la fruta. Visto lo cual por Sancho, quedó suspenso, y mirando a todos, preguntó si se había de comer aquella comida como juego de maesecoral[12]. A lo cual respondió el de la vara: –No se ha de comer, señor gobernador, sino como es uso y costumbre en las otras ínsulas donde hay gobernadores. Yo, señor, soy médico, y estoy asalariado en esta ínsula para serlo de los gobernadores de ella, y miro por su salud mucho más que por la mía, estudiando de noche y de día, y tanteando la complexión del gobernador, para acertar a curarle cuando cayere enfermo; y lo principal que hago es asistir a sus comidas y cenas, y a dejarle comer de lo que me parece que le conviene, y a quitarle lo que imagino que le ha de hacer daño y ser nocivo al estómago; y así, mandé quitar el plato de la fruta, por ser demasiadamente húmeda, y el plato del otro manjar también le mandé quitar, por ser demasiadamente caliente y tener muchas especies, que acrecientan la sed; y el que mucho bebe, mata y consume el húmedo radical[13], donde consiste la vida».
El galeno expone ante Sancho tres cosas: primera, que uno de los objetivos de su profesión es considerar los elementos y cualidades de la naturaleza humana; segunda, que ha de tener también en cuenta las características objetivas de los alimentos que se ingieren; tercera, que él está esmeradamente preparado para esos fines por una universidad (la de Osuna).
Conviene repasar los conocimientos que cualquier doctor de Tirteafuera ostentaría sobre las cosas aprendidas.
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Temática y vigencia de los Regímenes de salud
a) Tradición grecoárabe y latinidad
¿Qué podía haber estudiado el médico de Sancho en la Univer sidad de Osuna, donde dijo haber aprendido su arte? Indu dable mente los tratados sobre la dieta, los Regimina sani tatis. En esos, ya editados por las imprentas rena centistas, bebió don Pedro Recio su saber. Aunque ese hecho fue preparado mucho antes por los grandes traductores medievales.
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Constantino el Africano tradujo al latín, entre 1075 y 1085, una obra de especial relevancia, la Isagoge ad Tegni Galeni del árabe Huayn ben Ishaq (nacido en el 808/9 y muerto hacia el 873/77), latinizado con el nombre de Iohannitius, autor que explica la dietética como una ciencia del modo de vivir ordenado hacia la perfección total de la persona. Esta Isagoge, que es la primera obra comprehensiva de la medicina grecorromana, formó parte, durante la baja Edad Media, de una colección denominada Articella[14], una especie de manual médico con vigencia a lo largo de ese período medieval. También tradujo Constantino obras árabes del médico judío Isaac Iudaeus (nacido en Kaiuruan, Túnez, en el 880 y muerto en el 940), conocidas como Libri Dietarum (De dietis universalibus et particularibus)[15]. Tradujo asimismo, entre el año 1070 y 1080, el Liber Pantegni, compuesto por otro árabe, Haly Abbas[16] (muerto en el 994, mago o sacerdote de la religión de Zoroastro). El Pantegni fue el tratado canónico medieval por excelencia de medicina greco-árabe, sólo superado por el Canon de Avicena[17].
En Toledo, Gerardo de Cremona tradujo dos obras enciclopédicas árabes del médico persa Rahzís o Rhazès (nacido hacia el 850/865 en Raj, junto a Teherán, y muerto hacia el 923/925): al-Hawi, vertida al latín como Compendium o Liber continens; y Kitab al-Mansuri, conocida como Liber de medicina ad Almansorem o Liber Almansoris[18] (traducido en el año 1175)[19]. Se atribuye también a Gerardo la traducción del Quanun o Canon de medicina de Avicena[20] (nacido cerca de Bukhara, Persia, en el 980 y muerto en el 1037), dividido en cinco grandes libros. Fue el texto más comprehensivo e influyente de dietética en la baja Edad Media basado tanto en las teorías de Hipócrates y Aristóteles, como en la obra galénica[21]. Asimismo, el Poema de Medicina o Cantica de Avicena constituye un texto de referencia obligada para la historia de la dietética, traducido en 1284 por el médico de Montpellier Armengaud Blasii[22] (parece que no hay datos suficientes para hablar de una primera traducción hecha por Gerardo de Cremona).
Fueron principalmente las primeras obras árabes antes consignadas, traducidas al latín, las que impregnaron el saber dietético medieval en innumerables tratados, tanto De regimine sanitatis, como De ordine et qualitatibus ciborum[23]. Esa doctrina fue recogida en Escuelas médicas tan prestigiosas como la napolitana de Salerno (institución docente y asistencial que comenzó en el siglo X), la cual alcanzó su apogeo en el siglo XI, impulsada por las traducciones que realizó Constantino el Africano del Pantegni de Halí Abbas, el Viaticum de Ibn al-Gazzar, los Aforismos de Hipócrates o los Libri Dietarum de Isaac Iudaeus. La obra dietética más famosa de esta Escuela es el De regimine sanitatis[24], libro que inspiró decenas de obras posteriores. En esta tradición galénica[25] –apenas tocada en su sustancia a lo largo de los siglos– hunde sus raíces el De regimine sanitatis del médico Arnaldo de Vilanova[26] (1234-1311), compuesta hacia 1307[27]. De la traducción castellana que de esta obra hizo Jerónimo de Mondragón en 1606 he realizado una edición ampliada y corregida[28].
Hubo de influir también en los Regimina sanitatis la obra más leída, copiada e imitada de la Edad Media[29], a saber, la pseudoaristotélica Secreta secretorum[30], traducción latina de un original árabe elaborado en Bagdad a principios del siglo IX quizás por Yahhya al Batrig a partir de un texto siríaco perdido[31].
Otras obras árabes que se tradujeron al latín influyeron notablemente. Como la de Abulcasis Al-Zahrawi, llamado también Baldach (Bagdad), un cristiano nestoriano de Bagdad, muerto en 1066[32], quien brilló como médico en la mitad del siglo XI y compuso un famoso libro conocido como Tacuinum sanitatis[33], representativo de la práctica médica; fue traducido al latin en Palermo hacia la segunda mitad del siglo XIII, quizás por el judío Farg Ben Salim, quien desde 1279 estuvo al servicio de la corte de Carlos de Anjou en Sicilia[34], aunque otros autores descartan esta hipótesis[35]. Debe su título al término árabe taqwin, una «dispositio per tabellas»; de modo que era frecuente la traducción de tacuini por tabulae.
Importante fue también Serapion –probablemente Ibn Serabi, médico del fin del siglo XI–, quien escribió una obra traducida al latín con el nombre de Liber de medicamentis simplicibus, cuyo original árabe no se ha encontrado. De enorme interés es el Macer floridus, poema en latín del siglo XI que habla de 77 hierbas y especias, atribuido a Odo de Meung con el título De viribus herbarium. En fin, muy citado fue Avenzoar, médico sevillano (nacido en 1113 y muerto en 1162), cuya obra más conocida es Liber Theisir.
Sólo a fines de la Edad Media, cuando el corpus diæteticum estaba ya elaborado, fue conocida la obra del gran Averroes (nacido en Córdoba en el 1126 y muerto en Marruecos en 1198), «Comentador» por excelencia de Aristóteles: el Kitab al Kulliyat al-Tibb, que aúna las enseñanzas de Aristóteles y Galeno. Traducido con el título de Liber universalis de medicina, fue conocido también como Colliget[36]; la versión al latín se hizo en 1255[37].
También fue importante la autoridad de otros tratados anteriores y, por supuesto, el libro medieval Flos Medicinae o Regimen sanitatis salernitanum, reeditado en 1941 por Andrea Sinno en Salerno[38].
Otro Regimen sanitatis, el de Magninus Mediolanensis[39], pro fesor de medicina en la universidad de París desde 1331, fue el li bro de dietética más extenso y mejor es tructurado de toda la baja Edad Media. Compuesto entre 1330 y 1340, bebió am plia mente no sólo de las fuentes más anti guas, como el Canon de Avi cena, sino de las contemporáneas, como el Régimen de Arnaldo de Vilanova.
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b) Esquema de un «Régimen de salud»
Los Regimina sanitatis bajomedievales tenían dos secciones, una general y otra particular, claramente diferenciadas.
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1. La sección primera o general trataba de las cosas que preservan la salud, las cuales fueron llamadas en la tradición galénica medieval «sex res non naturales».
Los médicos árabes y judíos añaden a la fisiología galénica volcada a las res naturales[40] o cosas naturales, que son los elementos naturales del cuerpo (humores, tejidos, órganos) y las funciones orgánicas, un ámbito de temas importantes: el concepto de las res non naturales, que van desde los aires y lugares hasta el dominio emocional. Aunque estos factores forman parte de la naturaleza general, se llaman non naturales porque no constituyen la naturaleza individual de cada hombre, aunque sean necesarios para la buena realización de su vida[41]: sería preferible traducirlos al castellano como pro-naturales, pues de esta manera se fija mejor la doctrina de Galeno[42]. Las enfermedades son contra-naturales.
En el Libro I de su Canon estudia Avicena la dietética, utilizando la etiología aristotélica para aclarar la distinción entre res naturales y res non-naturales: a las primeras corresponden las causas materiales, formales y finales; a las segundas corresponden las causas eficientes. Precisamente las causas eficientes necesarias están representadas por el «genus aeris circumdantis, et genus eius quod comeditur et bibitur, et genus motus et quietis corpore, et genus motuum animalium et genus somni et vigiliae, et genus evacuationis et retentionis»[43]. También en el Cantica de Avicena vuelve a aparecer la nomenclatura etiológica de las «causas necesarias» aplicada a las «sex res non naturales necessariae»[44]. Averroes, en su Colliget, aduce la misma orientación etiológica[45]. Y el Tacuinum Sanitatis de Ibn Butlan habla ya directamente de sex res necessariae, en vez de sex res non naturales.
Al estudio de las cosas no naturales se dedican decenas de Regimina sanitatis[46]. En la fórmula de la Isagoge de Iohannitius (†873), son cosas que, siendo necesarias, no constituyen al organismo viviente, pero le afectan causándole la salud o la enfermedad. Son:
I Aer (Aires y lugares)
II Motus et quies [47] (Ejercicio y reposo)
III Cibus et potus (Comer y beber)
IV Somno et vigilia (Sueño y vigilia)
V Repletio et evacuatio (Henchir y evacuar)
VI Accidentia animi (Emociones del ánimo)
Ya Galeno decía en su De sanitate tuenda (Regimen sanitatis): «La salud se puede alterar de dos modos: una, por causas internas que llamamos naturales, como son la desecación y la evacuación; y otra, por causas externas que sobrevienen al cuerpo […]: el sueño y la vigilia, el ejercicio y el reposo, el hambre y la sed, la comida y la bebida, la repleción, los baños y las emociones»[48]. La lista canónica de estos factores externos necesarios se encuentra también en el Pantegni de Haly Abbas: «Son seis, a saber: aire, movimiento y reposo, alimentos y bebidas, sueño y vigilia, repleción e inanición natural, entre la que se encuentran los baños, el coito, los ejercicios, la orina, heces y emuntorios y cosas similares; la sexta son los accidentes del alma»[49].
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2. La sección segunda o particular –y una vez consideradas las cosas que preservan– trata de las cosas que alimentan. Está incluida, dentro de muchos tratados, en la parte dedicada a Cibus et potus: explica las diversas clases de alimentos, bien como nutrimentos, bien como remedios. Iohannitius, por ejemplo, divide los alimentos en cuatro categorías: el bueno, el malo, el pesado, el leve:
1. Cibus bonus: ex. gr., panis mundus et recens et fermentatus, caro animalis agni et edulina.
2. Cibus malus: ex. gr., panis opirus non recens, bovina caro vetusta.
3. Cibus gravis: ex. gr., caro porcina et bovina, caro porcellorum et agnorum et portulaca et attriplex.
4. Cibus levis: caro pullorum vel piscium, olerum genus, ut nasturcium, sinapis et alleum, lens, caulis, caro caprina vetus et bubulina.
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En esta sección particular se tratan los siguientes alimentos: cereales, legumbres, frutas, hortalizas, raíces, carnes, leche y huevos, pescados, condimentos y bebidas. «Y por cuanto de los comeres, unos se toman para alimento, otros para gusto y sabor, primero se tratará de los que se toman para alimento, de los cuales unos se sacan de las cosas que nacen de la tierra, otros de los animales; y aunque los animales sean primeros en dignidad que las plantas, con todo, por cuanto las plantas son materia de los animales, en cuanto se crían de ellas, por eso las cosas que nacen de la tierra son primeras, por naturaleza y razón de alimento, que los animales»[50]. En este párrafo sistematiza Arnaldo el programa de todo lo que en dietética se debe decir sustancialmente sobre los alimentos. Esta temática medieval coincide ampliamente con lo tratado por Galeno en el De alimentorum facultatibus (donde se estudian los cereales, las legumbres, las hortalizas, las frutas, las carnes, los pescados y los lacticinios) y, mucho antes, en la segunda parte de Sobre el régimen de Hipócrates. En unos y otros se aprecia una actitud negativa ante algunos productos, como las frutas y la leche.
Pues bien, contando con la bibliografía indicada, la presente investigación contará procurando explicitar ese esquema guiado con algunos autores posteriores de formación galénica, por ejemplo: el italiano Michele Savonarola, de la primera mitad del siglo XV[51]; y algunos españoles, como Alonso Chirino[52], de principios del siglo XV; Alfonso López de Corella[53] y Luis Lobera de Ávila[54], ambos de mediados del siglo XVI; y Juan Sorapán de Rieros, de principios del siglo XVII[55]. Han de incluirse también las valoraciones sobre alimentos y salud que trae Gabriel Alonso de Herrera en su Obra de Agricultura (1513)[56], dado que aporta toda la tradición latina y árabe sobre el asunto.
[1] Claudii Galeni Opera Omnia, 22 vols. Entre sus obras dietéticas figuran De alimentorum facultatibus, De simplici medicamentorum. Cfr. L. García Ballester, «Galeno», en Historia de la Medicina, 209-265.
[2] D. Campbell, Arabian medicine and its influence on the Middle Ages; D. Jacquart / C. Thomasset, Sexualité et savoir médical au moyen âge; J. A. Paniagua, «L’arabisme à Montpellier dans l’oeuvre d’Arnaud de Villeneuve», 631-637; L. García Ballester, «Las influencias de la medicina islámica en la obra médica de Arnau de Vilanova», 79-95.
[3] K. Sudhoff, «Dieaeta Theodori». En la edición de Sudhoff, la Diaeta Theodori consta de 569 líneas. Véase M. Weiss, 25-30.
[4] E. Liechtenhan (ed.): Anthimi De observatione ciborum ad Theodoricum regem Francorum epistula.
[5] V. Rose, «Die Diätetik des Anthimus an Teuderich König der Franken».
[6] La obra titulada Perí diaité (Sobre el régimen) era una de las más célebres del corpus hipocrático y fue la base de todos los tratados médico-dietéticos de la Antigüedad y de la Edad Media. Cfr. la traducción y comentarios de R. Joly, Hippocrate, Du régime; también A. Palm, Studien zur hippokratischen Schrift Perí diaité.
[7] En De considerationibus operis medicinae Arnaldo de Vilanova, después de hablar de ambiente, ejercicio, baños, comida, sueño, evacuación y moderación pasional, afirma: «sed dieta prout est regimen in omnibus supradictis sufficienter habetur consideratio» (Opera Medica Omnia, vol. IV, 204). O sea, la «dieta» queda determinada suficientemente con esas seis cosas. Cfr. E. H. Ackernecht, «Geschichte der Diät».
[8] L. Stechetti, La tavola e la cucina nei Secoli XIV e XV; W. Hirth, «Die Diätetik im Kochbuch des Küchenmeisters Eberhart von Landshut und eine deutsche Regel der Gesundheit nach Arnald von Villanova».
[9] M. Mazzi, Salute e società nel Medioevo; A. Paravicini Bagliani, «Medicina e scienza della natura alla corte di Bonifacio VIII. Uomini e libri en Roma anno 1300».
[10] Para los aspectos culinarios del Quijote, cfr. F. Rodríguez Marín, «El yantar de Alonso Quijano el Bueno»; C. Fernández Duro, La cocina del Quijote .
[11] Explica Ruperto de Nola cómo en la mesa se han de poner las viandas. «Dar las viandas de grado en grado, es a saber: Primeramente la fruta, y tras ella su potaje, y luego lo asado, después otro potaje, y lo cocido tras el potaje, salvo si es manjar blanco». Libro de cocina, 62-63.
[12] Maesecoral era un juego de manos que hacía desaparecer y aparecer las cosas moviendo rápidamente vasos o cubiletes.
[13] El «humedum radicale», como veremos, era un humor básico y sutil que, unido al «calor natural», daría vigor y elasticidad a las partes del cuerpo. Cfr. M. McVaugh, «The Humidum Radicale in Thirteenth-Century Medicine», 268-271.
[14] Iohannitius, Isagoge, en Articella, Venetiis, 1500. Según H. Schipperges, la Isagoge fué traducida como obra autónoma hacia finales del siglo XII por Marcus Toledanus: «Die frühen Überstezer der arabischen Medizin in chronologischer Sicht», 83.
[15] Isaac Iudaeus, Liber Dietarum, en Opera Omnia, Lugduni, 1515.
[16] Haly Abbas, Pantegni, en Constantinum Africanus Opera, Bale, 1536.
[17] W. Schmitt, «Theorie der Gesundheit und Regimen sanitatis im Mittelalter», 58. En 1127 fue traducido al latín por Stephanus de Antioquía, versión conocida en Europa con el nombre de Regalis dispositio y Liber regius.
[18] Abubetri Rhazae Maomethi, Liber ad Almansorem, Venetiis, 1497.
[19] M. Ullmann, Die Medizin im Islam.
[20] Avicenna, Liber Canonis Medicinae, Venetiis, 1527.
[21] W. E. Gohlmann, The Life of Ibn Sina: A Critical Edition and Annotated Translation.
[22] H. Jahier / A. Noureddine (eds.), Avicenne: Poème de la Médicine. Cantica Avicennae, texto árabe, traducción francesa, traducción latina del siglo XIII con Introducción, notas e índice.
[23] L. Thorndyke / P. Kibre, A Catalogue of Incipits of Mediaeval Scientific Whritings in Latin; cfr. las palabras Cibariis y Cibis del Indice.
[24] En el año 1837 Henschel descubrió en la Biblioteca de la Magdalena de Breslau un códice del s. XIII, con 35 tratados de origen salernitano, sobre cuyo dorso estaba escrito «Herbarius». Puesto en contacto con Salvatore De Renzi, quien escribiría una Historia documentada de la Escuela Médica de Salerno, Henschel publicó –junto con Daremberg y De Renzi– la Collectio Salernitana (1852-1859). Uno de los tratados más interesantes de esta Collectio es el Flos Medicinae o Regimen sanitatis, reeditado a su vez en 1941 por Andrea Sinno en Salerno. Sobre éste y otros códices ya publicados en el siglo XVI se siguen haciendo ediciones con aparato crítico, como la del Regimen sanitatis salernitanum, editadi por E. Braun, en 1981. En 1857 se contaban ya 240 ediciones de la obra. Cfr. O. P. Kristeller, Studi sulla scuola medica salernitana; también «The School of Salerno: its development and its contribution to the history of learning».
[25] A. M. Nada Patrone, «L’evoluzione storica del concetto di dietetica. Problemi e aspetti di una ricerca».
[26] J. A. Paniagua, El maestro Arnau de Vilanova, médico.
[27] Un examen crítico de los manuscritos y ediciones de esta obra de Arnaldo ha sido realizado por J. A. Paniagua / L. García-Ballester, «El Regimen Sanitatis ad Regem Aragonum«; estos autores establecen asimismo el texto crítico latino de dicho Regimen .
[28] J. A. Paniagua, «Introducción» a la edición fotomecánica de la traducción que Mondragón hizo del Régimen de salud de Arnau de Vilanova titulada El maravilloso regimiento y orden de vivir, 76.
[29] W. Hirth, Studien zu den Gesundheitslehren des sogenannten «Secretum secretorum»: unter besonderer Berücksichtigung der Prosaüberlieferungen, 18.
[30] Anónimo, Secreta secretorum, en R. R. Steele, Secreta secretorum cum glosis et notulis.
[31] F. Wurms, Studien zu den deutschen und lateinischen Prosafassungen des pseudo-aristotelischen «Secretum secretorum», 22 ss.
[32] Ibn Butlan, Das Ärztebankett, traducido de manuscritos árabes con introducción y notas por F. Klein-Franke.
[33] Das Hausbuch der Cerruti, según el manuscrito de la Österreichische Nationalbibliothek, traducción del latín y epílogo de F. Unterkircher.
[34] H. Schipperges, Die Assimilation der arabischen Medizin durch das lateinische Mittelalter, 169.
[35] W. Schmitt, Theorie der Gesundheit und «Regimen Sanitatis» im Mittelalter, 147.
[36] Averroes, Averroys Colliget, Venetiis, 1574. L. García Ballester, «La recepción del «Colliget» de Averroes en Motpellier (c. 1285) y su influencia en las polémicas sobre la naturaleza de la fiebre».
[37] W. Schmitt, Theorie der Gesundheit und «Regimen Sanitatis« im Mittelalter, 136.
[38] Regola Sanitaria Salernitana: Regimen sanitatis Salernitanum, versión italiana de F. Gherli.
[39] Maynus de Mayneriis, Regimen sanitatis. Compuso también tratados de filosofía, astrología y alquimia.
[40] La Escuela de Salerno enumera siete cosas naturales: «el aire, el cuerpo, los humores, las necesidades (opus), los miembros, la complexión, las fuerzas o virtudes a las cuales se añaden otras cuatro: el ser, la figura, el color, la edad y la diferencia de sexo«. Regimen sanitatis salernitanum, V, I.
[41] L. García Ballester, «On the Origin of the Six Non-Natural Things in Galen»; L. J. Rather, «The Six Things Non-Natural: A Note on the Origins and Fate of a Doctrine and a Phase»; S. Jarcho, «Galen’s Six Non Naturals. A Bibliographic Note and Translation»; J. J. Bylebyl, «Galen on the Non-Natural Causes of Variation in the Pulse»; P. H. Niebyl, «The Non-Naturals».
[42] Jarcho ha resaltado el siguiente párrafo de la obra galénica Ars Medica: «Necessario quidem omnino in ambiente aere versamur, edimus, bibimus, vigilamus et dormimus; ensibus vero et feris non necessario objicimur. Unde in priore causarum genere ars versatur, quae corpori tuendo dicata est, non autem in posteriore. His agitur expositis, in singulis eorum, quae necessario corpus immutant, proprium salubrium causarum genus inveniemus. Unum quidem ex ambientis aeris contactu, alterum ex motu et quiete, tum corporis universi, tum eius partium. Tertium ex somno et vigilia. Quartum ex his, quae assumuntur. Quintum ex his, quae excernuntur et retinentur. Sextum ex animi affectibus». S. Jarcho, op. cit., 376.
[43] Avicena, Canon, Liber I, Fen II, Doctrina II, Summa I, fol. 28ra.
[44] Avicena, Cantica, cap. 131, 118.
[45] Averroes, Colliget, Liber VI, cap. I, fol. 63va.
[46] Es curioso observar que el sistema médico conocido como «homeopatía» y organizado por C. F. S. Hahnemann (1755-1843) se basa, entre otras cosas, en remedios tan sencillos (ejercicios, dieta nutritiva y aire puro) como los señalados por los dietistas antiguos . J. F. Katsch, Medizinische Quellenstudien. Entwicklungsgang des Ähnlichkeitsaxioms von Empedokles bis auf Hahnemann,
[47] M. Michler, Die Leibesübungen in der griechischen Medizin.
[48] Galeno, De regimini sanitatis, en Opera Omnia, Venetiis, 1490, 137.
[49] Halí Abbas, Pantegni, en Constantinum Africanus Opera, Bale, 1536, V, c. 1, 18. Sobre los baños en la Edad Media, véase J. Rubió i Balaguer, Vida española en la época gótica.
[50] Arnaldo de Vilanova, nº 44.
INDEX [51] Michele Savonarola (1385-1466), Libreto de tutte le cosse che se magnano (1450/52), ed. crítica de J. Nystedt.
[52] Alonso Chirino, Menor daño de la medicina.
[53] Alfonso López de Corella, De vini commoditatibus, Zaragoza, 1550; edición bilingüe con el título Las ventajas del vino, realizada por J. Jiménez Delgado.
[54] Luis Lobera de Ávila, Libro del régimen de la salud, y de la esterilidad de los hombres y mujeres y de las enfermedades de los niños, y otras cosas utilísimas (citado: Lobera 1). Vergel de sanidad [que por otro nombre se llamava Banquete de Cavalleros] y orden de vivir, así en tiempo de salud como de enfermedad (citado: Lobera 2).
[55] Juan Sorapán de Rieros, Medicina Española contenida en Proverbios vulgares de nuestra lengua.
[56] Gabriel Alonso de Herrera, Obra de Agricultura (1513)
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